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Nueva publicación: “Perspectivas de sinodalidad. Hacia una Iglesia con rostro amazónico”

Desde sus orígenes, Amerindia se siente heredera de una entrañable tradición eclesial latinoamericana y caribeña: la opción por los pobres. A la luz de este legado hemos reafirmado la necesidad de redescubrir, una y otra vez, la fuerza transformadora de lo pequeño y de los pequeños, para dar paso a nuevos modelos de Iglesia.

La Asamblea Especial del Sínodo de los Obispos para la Región Panamazónica representa una oportunidad sin precedentes para para abrir “nuevos caminos para la Iglesia y para una ecología integral”, que respondan a las realidades de la Amazonía, amén de sus profundas implicaciones y repercusiones a nivel mundial.

No en vano el Instrumentum Laboris del Sínodo Panamazónico ha subrayado “la irrupción de la Amazonía como un nuevo sujeto” (IL, 2), junto con la invitación explícita “a la escucha de los pueblos y de la Tierra por parte de una Iglesia llamada a ser cada vez más sinodal” (IL, 5).

 

En continuidad con la obra que antecedió a la publicación del Instrumentum Laboris: “Hacia el Sínodo Panamazónico. Desafíos y aportes desde América Latina”, este subsidio asume el llamado del papa Francisco a la triple conversión pastoral (Evangelii Gaudium), ecológica (Laudato Si’) y sinodal (Episcopalis Communio), profundizando explícitamente en esta última, con miras a una Iglesia con rostro Amazónico.

En la primera parte, los textos de Juan Manuel Hurtado, Víctor Codina y Alirio Cáceres, plantean diversas perspectivas teológico-pastorales frente a la cuestión de la sinodalidad, lo que está en juego en el Sínodo Panamazónico, e incluso los miedos que éste suscita en el complejo entramado eclesial, no exento de tensiones. Por su parte, José Óscar Beozzo –en entrevista con Luis Miguel Modino– analiza las posibilidades que representa el camino sinodal para el presente y futuro de la Iglesia.

Estos horizontes se complementan, en la segunda parte, con las sugestivas reflexiones de Leonardo Boff e Ignacio Madera Vargas, en torno a las imbricaciones entre Amazonía e Iglesia, sin desconocer los aportes de la ecología integral ni de una mirada expresamente cristológica. Mauricio López Oropeza –entrevistado por Óscar Elizalde Prada–, aporta el punto de vista de la Red Eclesial Panamazónica (REPAM) sobre lo que será el Post-Sínodo Panamazónico. En el epílogo, Tania Ávila Meneses acentúa, desde su propia experiencia, la necesidad de aprender del bioma panamazónico para recuperar las sabidurías ancestrales que nos conducirán al ‘buen vivir’ preconizado por nuestros pueblos originarios.

Como ya hemos dicho, “los aportes que aquí presentamos quieren ser un servicio al conjunto de la comunidad eclesial y, de una manera especial, a quienes tienen una participación directa en el Sínodo Panamazónico”. Nos anima esta utopía: la de una Iglesia cada vez más sinodal, con rostro amazónico e indígena.

El libro se publica simultáneamente en versión digital e impresa, esta última en papel Earth Pact (100% caña y 0% químicos blanqueadores) como expresión de nuestro compromiso con el cuidado de la ‘casa común’.

Descargue el libro.Hacia una Iglesia con rostro amazónico

Primavera misionera en la Iglesia – Vídeo del Papa Octubre 2019

Este mes misionero extraordinario recemos para que el Espíritu Santo suscite una nueva primavera misionera en la Iglesia.

Papa Francisco – Octubre 2019

Hoy, es necesario un nuevo impulso en la actividad misionera de la Iglesia para afrontar el desafío de anunciar a Jesús muerto y resucitado.
Llegar a las periferias, a los ambientes humanos, culturales y religiosos todavía ajenos al Evangelio: en esto consiste lo que llamamos missio ad gentes.
Y recordar que el corazón de la misión de la Iglesia es la oración.
Este mes misionero extraordinario recemos para que el Espíritu Santo suscite una nueva primavera misionera para todos los bautizados y enviados por la Iglesia de Cristo.”

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UNA ESCUELA EN SALIDA AL ENCUENTRO DEL OTRO

Por tanto, si hay alguna consolación en Cristo, si algún consuelo de amor, si alguna comunión del Espíritu, si algún afecto entrañable, si alguna misericordia,2  completen mi gozo, sintiendo lo mismo, teniendo el mismo amor, unánimes, dedicados a un mismo propósito. 3  Nada hagan por rivalidad o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo; 4  no busquen su propio interés, sino el de los otros.
Filip.2, 1-4

Apreciados maestros. El maestro tiene dos grandes misiones. Una, la de cuidar la vida y la otra, la de ser buen mediador para responder a la necesidad de todo ser humano de entenderse a sí mismo y al mundo. Gratitud a ustedes maestros por la vocación con la cual han sido agraciados y por la misión puesta al servicio del cuidado de la vida. El espíritu cordial de sabiduría y de conocimiento ha sido el sello que da identidad al ser maestro y la fuerza que impulsa a salir de la mismidad para ir al encuentro de aquel que nos necesita. Romper la armadura del egoísmo es encontrarme a mí mismo para ir al encuentro del otro desconocido y diferente. Compartir el ser y el quehacer propios con otros es riqueza que crece y fortalece. Estar unidos hace que ganemos fuerzas uno de otro. Invitados a pensar y sentir de la misma manera como educadores al servicio de la vida.
El encuentro permite conocer y sentir al otro. Tener el mismo amor es una preocupación pura y directa por el bienestar de otra persona; es condición para el encuentro y tiene que ser el interés fundante. El amor es una palabra de “hacer” más que de “sentir.” No requiere que aprobemos de las acciones de los que amamos – ni siquiera que disfrutemos de su compañía. Sí requiere que actuemos por el bien de esa persona – que mostremos nuestro amor de alguna manera práctica. Una persona amor hará todo lo posible para alimentar al hambriento – y dar de beber al sediento – y darle la bienvenida a un extraño – y vestir al desnudo – y visitar al enfermo y a la persona en la cárcel (Mateo 25:31-46). La persona amor tiene poco o nada que ganar al ayudar a estas personas marginalizadas. El impulso de
su amor ágape es dar, no recibir.

La cultura del encuentro exige ser “unánimes” (v. 2b-3) (sympsychos). La palabra griega sympsychos es una combinación de dos palabras griegas – sun o syn, que significa “con” y psyche, que significa “aliento” o “vida” o “el aliento de la vida” o “alma”. Encuentro es vivir unidos compartiendo vida y alma uno con otro.
Como maestros estamos llamados a enfocar nuestra misión por un mismo horizonte, el cuidado de la vida. Para que el encuentro se dé hay que evitar intereses individuales y egoístas. “Nada hagan por rivalidad” (eritheia) (v. 3a). La palabra eritheia se usaba para hablar de elecciones partidarias y sin principios. La persona culpable de eritheia no solo es egoísta, sino que seguramente no siente ninguna preocupación por los que lastima para lograr su meta. La Eritheia describe una fealdad de espíritu que produce conflicto y daño.
Nuestra mayor gloria como educadores tendrá su fundamento en el cuidado de la vida del otro. La palabra kenodoxian, entonces, significa gloria vacía – vanagloria – gloria que no tiene ningún hecho para apoyarla. La cultura del encuentro es una "pasión" compartida, es una nueva manera de estar con el otro, es un entusiasmo, es un estilo de vida. Significa que, como educadores, nos apasiona el encontrarnos para buscar puntos de contacto, tender puentes, proyectar nuestro ser y quehacer como escuela que anuncia el reino de la vida.

P. José María Flórez J. cmf
Presidente